Como decía anteriormente, logró pararse, al año y un mes. Tan grande fue su alegría, como la nuestra; jugaba a sentarse y pararse en su cuna, y así,
tonificaba más sus músculos y se aseguraba más en la posición de pie.
De la cuna, pasó a
tratar de hacerlo desde el piso, y también lo logró. Cada día era menos
complicada la actividad, porque al poder alcanzar mas cosas, con su raro gateo,
y esto de poder pararse, la necesidad de abrir puertas de bajo mesada, de
modulares, ir a los enchufes. Todo eso, llevó una etapa bastante larga, pero
con cambios formidables.
Queda claro la
diferencia en el desarrollo neuromotriz con cualquier otro niño de la misma
edad. Pero, bueno, ya podía experimentar a su gusto, recorría el departamento,
lugar preferido: “el baño”.
A propósito del baño,
el momento del agua, del aseo personal, era un tiempo muy fructífero, en
general, a todos los chicos les gusta, por lo tanto hay que aprovecharlo, para
que vaya conociendo su cuerpo. Logré conseguir un muñeco varón, fue muy bueno,
él bañaba a “Pepe”(lo llamó así), y se le iba diciendo: -ahora lavamos sus
piececitos, y ahora su cabecita; así con todo el cuerpo del muñeco, a la par de
hacerlo yo, con el suyo. Todos los días igual.
En esta etapa,
disfrutaba mas la música, es mas, ya elegía que quería escuchar.
Empezaron a aparecer
las primeras palabras: “mamá”, “papá”,
papa ( a la comida), “ciela”(a Graciela, una amiga que me ayudó muchísimo).
Fue siempre muy
paseandero, lo que mas pedía era salir, se iba hasta la puerta del departamento
y me señalaba con un “a a a ..mamá”, eso significaba vamos a la calle, o al
parque, o hacer las compras.
En el barrio, ya lo
conocían todos, porque siempre fue muy simpático, pero tengo una anécdota que
me marcó, que mi hijo me hizo notar que se daba cuenta de todo y que comprendía.
Vecino al
departamento, había una agencia de remises ; un señor que trabaja en la misma,
me veía pasar todos los días, saludaba, siempre parecía que me quería decir
algo, hasta que un día me paró, y me dijo, -Sra. Hace mucho que quería hablar
con usted, y no me animaba a pararla, bueno, hoy lo hice.
Tengo un hijo como el
suyo, ya tiene 30 años, y le quiero decir que no se rompa, yo la veo pasar,
cantando, hablándole; y vio la frase “lo
que natura no da, salamanca no presta”’, bueno, es eso, señora, no gaste, no
vale la pena.-
Educadamente, le dije,
que no tomaba sus palabras como consejo, que aceptaba su reflexión, pero para
mi ese refrán , estaba fuera de ser real.
Saludé y nos fuimos.
Cada vez que salíamos,
y mi hijo veía a este Sr. en la puerta de la galería, no quería pasar por ahí,
me señalaba ir para el otro lado. Tuvo un rechazo terrible hacia ese
hombre. Mi hijo, había interpretado la
mala vibra del Sr. y no lo aceptaba.
Nunca hay que decir
que NO se puede, cuando no se ha intentado poder.
Es una anécdota, que
puede servir, para quienes reciben ondas negativas, hay que dejarlas pasar.
Cuando hay voluntad, ganas y AMOR, puede ser posible lograr más de lo soñado.
Durante este primer añito,
camino al segundo, fue muy alentador, ya se veía en él posibilidad de logros.
Los juegos, se hacían
mas interesantes, y ahora, ya tenía los
típicos de encaje, de apilar cubos y voltearlos, estos ya no eran fabricación casera.
Los tipo ladrillitos,
pero los duo, creo se llamaban así, eran muy grandes.
Ya intentaba caminar tomándose de los sillones, además de
hacerlo tomado de mis manos. Pero, costaba, le daba temor caerse.
El juego seguía,
constante, cada hora y media, 15
minutos, aunque, ya no era tan regular, porque demandaba más tiempo de
entretenimiento.
Escondía algún juguete
o peluche de su gusto, y lo provocaba para la búsqueda. Así, gateando, en su
forma tan particular, o a veces, intentando caminar tomándose de muebles, iba en la búsqueda del juguete. La alegría
era inmensa al encontrarlo.
Esta etapa y las que
siguieron, fueron mas activas, más
comunicativas. Resultaba mas simple el
hecho que pueda trasladarse, a su forma, pero lo hacia y disfrutaba, además de
agregar vocabulario.
En este caso, el
nombre de las cosas, no a la perfección, pero intentaba decirlas, aun no
lograba armar frases.
Compartía juegos con
amiguitos del edificio, algunos más grandes que él, pero lo ayudaron un montón.
Había dos hermanitos, muy buenos, al
igual que sus padres, siempre querían compartir momentos con él. Los pequeños
se llamaban: Pablo y su hermanita Laura;
Fer, para nombrarlos había juntado sus nombres y los llamaba: “Palala”. Mucho ayudaron a mi hijo, para la
sociabilización.
Si llegan a leer este
blog, culquiera de los dos, sabrán que estoy hablando de ellos.
El lograr incorporar
amiguitos, vecinos, para compartir juegos, aunque participe poco, no importa,
se empieza de a poco. La plaza, la calesita (en aquella época era fácil encontrar),
los mandados, la visita a los amigos con hijos. TODO AYUDA. Todos es
estimulación.
El tiempo nos va
mostrando que cada minuto de su vida, fue importante para su crecimiento.
Creo que esta etapa me
ayudó a tomar mas fuerzas y continuar con lo que me propuse, aquel domingo,
cuando el neonatólogo me dio la noticia de su patología: “hacer de él un niño
feliz.”